Alianza peronista para frenar a Kirchner Por Joaquín Morales Solá
Política

Alianza peronista para frenar a Kirchner Por Joaquín Morales Solá


Una mesa para reunir a los presidenciables del peronismo no
kirchnerista y que representara a los distritos electorales más
importantes del país parecía ya un mito. Todos hablaban de ella, pero
no estaba. Desde que Carlos Reutemann habló de esa mesa, mucho antes
de las pasadas elecciones legislativas, todos la esperaban. No llegaba
nunca. Sin embargo, en los últimos días comenzó a tomar forma su
creación, sus eventuales componentes y sus probables contenidos. La
puesta en escena de esa mesa podría significar, en los hechos, un
nuevo equilibrio de fuerzas en el peronismo, ciertamente perjudicial
para Néstor Kirchner. ¿Por qué muchos dirigentes peronistas seguirían
atados a un pasado que concluye, si en esa tarima podría urdirse un
probable trazo del futuro poder?
Las conversaciones que ya han sucedido suponen que ese cuerpo
colegiado debería apuntar a los principales dirigentes del corredor
central del país, donde habita más del 70 por ciento del electorado
nacional. Sería el comienzo de una construcción, aunque no excluyente
de líderes de provincias menos decisivas que se sumarían luego. Los
nombres más seguros para sentarse a la mesa son Eduardo Duhalde,
Francisco de Narváez y Felipe Solá, por la provincia de Buenos Aires;
Reutemann, por Santa Fe; Jorge Busti, por Entre Ríos, y Mauricio
Macri, por la Capital. Córdoba no podría estar ausente, pero tiene un
problema: sus líderes peronistas están comprometidos con otras causas.
Aquellos entrevén a José Manuel de la Sota más cerca de Kirchner que
de ellos, y Juan Schiaretti, en el que confían, es el gobernador de
una provincia muy endeudada. Iniciarán conversaciones, no obstante,
con alguno de los dos.
De Narváez y Reutemann no son una novedad en ese concilio; ellos han
ganado en distritos muy grandes en las últimas elecciones. Busti
perdió por poco, pero su liderazgo del peronismo entrerriano sigue
intacto; ya lo está ayudando a Duhalde. Las sorpresas las han dado las
conversaciones con Duhalde, Solá y Macri. La presencia de cada uno de
esos líderes tiene una explicación. Según varias encuestas (pero,
sobre todo, el monitoreo permanente del equipo de De Narváez)
descubrió que Duhalde duplicó su intención de voto en los últimos
tiempos, aunque tiene todavía tiene una imagen negativa alta. También
aumentó la imagen positiva , agregan los encuestadores. Duhalde es
ahora una figura que no se puede eludir , concluyeron de Narváez y
Solá.
Solá había amenazado con lanzar su candidatura presidencial por fuera
del Partido Justicialista y tiene un discurso capaz de incomodar a
cualquiera de sus eventuales adversarios. Todos los votos que se
llevara Felipe terminarían debilitando al peronismo no kirchnerista.
La más grande de las novedades, con todo, es la de Macri. Macri no es
un afiliado peronista, aunque su proyecto presidencial contó siempre
con la necesidad del apoyo peronista, el ángulo de la política donde
se siente más cómodo. El peronismo, ya sea kirchnerista o
antikirchnerista, necesita, además, poner un pie en la inhóspita
Capital.
Macri es, entre todos ellos, el que mejor está en las encuestas
nacionales. Pero el jefe del gobierno capitalino debe sortear aún la
investigación judicial por las escuchas telefónicas, en la que
probablemente será procesado. Macri debe dar todavía explicaciones
claras y profundas sobre las revelaciones de espionaje. Es una
anomalía que el Estado, en cualquiera de sus niveles, esté hurgando en
las conversaciones privadas.
También es cierto que la investigación de Oyarbide muestra señales
tendenciosas. Investigó a Ciro James, el oyente serial de teléfonos
ajenos, sólo por lo que hizo durante un año en el gobierno de Capital,
pero nunca se metió con los seis años que pasó en la Policía Federal
ni en los tres que trabajó para la Universidad de La Matanza. ¿Qué
hacía un especialista de escuchas telefónicas en la Policía Federal?
¿Acaso no es sólo la ex SIDE la autorizada a intervenir teléfonos y
sólo cuando se lo ordena un juez? ¿Es cierto entonces que lo único que
abunda en el kirchnerismo es el espionaje interno?
Macri podría salir del proceso manchado por el escándalo, pero también
podría llevarse el pergamino de los perseguidos políticos por el
kirchnerismo. Desde ese punto de vista, le conviene que la causa siga
en manos de Oyarbide, un juez poco creíble por su cercanía objetiva
con los Kirchner. La presencia de Macri en aquella mesa peronista
significa, para él, el comienzo de una oportuna aproximación al
justicialismo disidente.
Esos líderes peronistas ya han buscado algunos consejos en el
exterior. De Narváez habló hace poco en Madrid con Felipe González y
con José María Aznar; dentro de poco buscarán la ayuda intelectual del
ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso. Cuidadosos y
prudentes, los ex presidentes españoles coincidieron en un solo
consejo: La fragmentación no resuelve nunca ningún problema político .
La primera condición que se fijaron es que ninguno de ellos deberá
decir, una vez establecidos los mecanismos básicos, que es candidato
presidencial. Cualquier proyecto personal explícito, que varios lo
tienen, haría estallar la mesa. Quedará claro, por lo demás, que de
ese grupo saldrá el candidato presidencial del peronismo
antikirchnerista. Solá ha pedido una apertura hacia los sectores no
peronistas. De Narváez apostilló que ellos deben prepararse no sólo
para ganar, sino también para gobernar luego. Pidió un programa común
mínimo sobre política económica, política social y política exterior.
Duhalde es el que tiene más experiencia en eso y ya acordó un
documento con el radicalismo y con el propio Macri.
La idea que más se extiende para la selección del candidato peronista
es la de presionarlo a Kirchner con meticulosas exigencias para
asegurar la imparcialidad de las elecciones que definirán al
candidato. Sólo si el ex presidente, titular actual del Partido
Justicialista, se negara a poner en marcha todas o algunas de esas
exigencias, ellos podrían optar por presentarse por fuera de la
organización política del peronismo.
Kirchner podría encontrarse con la novedad que menos le gusta: la
unidad de sus adversarios. El gobierno atraviesa, al mismo tiempo, el
período más intenso de denuncias de corrupción desde que los Kirchner
accedieron al poder. Los negocios con Venezuela son el centro del
escándalo.
La oposición, en ese sentido, debería ser más prudente. Una comisión
investigadora parlamentaria en estos momentos podría abrirle al
kirchnerismo las puertas para fugarse ampliando aún más la sombra del
escándalo. De hecho, ya han trascendido supuestos vínculos de Julio
Cobos y de Jorge Obeid, ex gobernadores de Mendoza y de Santa Fe,
respectivamente, con algunos personajes del escándalo.
Elisa Carrió nunca puso un dedo en el fuego por Cobos y su entorno se
regodea con posibles pecados del vicepresidente. Sin embargo, la
prioridad de ella son los Kirchner. Pongamos las cosas en claro: hay
una diferencia abismal entre las conexiones de Cobos y Obeid, y las
que tienen y tuvieron Kirchner y De Vido con Venezuela. Nos estamos
prestando a prácticas funcionales al kirchnerismo , tronó Carrió, que
aceptó firmar ese proyecto sobre la comisión investigadora al borde
del documento, a regañadientes y en el último minuto. Carrió y no
pocos dirigentes opositores confían en la gestión del juez Julián
Ercolini.
La oposición podría ocuparse, por ejemplo, de Guillermo Moreno, que
cambió la política de comercio exterior de la Argentina sólo con unos
cuantos llamados telefónicos. Prohibir la importación de alimentos, a
golpes de orilleras presiones, podría significar un serio problema
para la industria alimenticia argentina, que exporta gran parte de su
producción. El mundo toma represalias en estos casos. El peor mensaje
de Moreno es que la Argentina no tiene reglas, ni claras ni oscuras.
No las tiene, directamente.
Moreno expresa el miedo como última herramienta política de la
diarquía gobernante. Otros también. Aníbal Fernández, De Vido y su
operador Roberto Baratta están llamando a cada uno de los empresarios
de la poderosa AEA para obligarlos a desafiliarse. ¿Qué hizo AEA?
Desacató al kirchnerismo cuando lo visitó al presidente de la Corte
Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti. Quizás se terminen yendo de
AEA tres o cuatro grandes empresarios; no son muchos, pero lo que le
interesa al kirchnerismo es golpear sobre su imagen.
Es también una presión indirecta sobre la Corte Suprema, que se ha
convertido en el último refugio institucional para garantizar la
libertad, la única conquista en condiciones de exorcizar el miedo.



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