¿Ha dado Cristina Kirchner un paso hacia la toma del poder real? ¿Ha dado Daniel Scioli un paso diferente y distante de Néstor Kirchner? ¿Hay, en definitiva, una reubicación entre los principales actores del poder casi un mes después de la derrota electoral? Vagas referencias en ese sentido son perceptibles cuando se asciende hasta la cima. Palabras sueltas. Gestos aislados. Ciertos silencios. ¿Raro? No. Cristina Kirchner y Scioli tienen que defender sus gobiernos en medio de una creciente crisis económica y social, hilvanada por la fragilidad política. No han dejado aún, además, sus propios trazos en la historia.
Nadie sabe si ellos han dado un paso hacia adelante o si Kirchner dio un paso al costado. Sea como sea, lo cierto es que el ex presidente es el símbolo del fracaso electoral del oficialismo. Fue él quien imaginó, elaboró y sancionó la estrategia de las elecciones perdidosas. Es él, por lo tanto, quien debe hacerse cargo de sus errores. Hay algunos datos objetivos y palpables de que existen aquellas mutaciones, por lo menos en las formas.
Los ministros ya no hablan más de Olivos, el reino de Néstor Kirchner, ni ahora es frecuente que ellos sean convocados desde la residencia presidencial. Cuentan que, en cambio, los ven desfilar por el despacho presidencial. Un solo problema, nunca resuelto, sigue intacto: el tiempo muerto del ex presidente. ¿Cómo hacer para llenar las horas vacías de un hombre que vivió con el ritmo de los relámpagos durante 20 años? Nadie encontró la fórmula todavía.
Cristina Kirchner volvió al despacho presidencial. Es ella la que convoca y recibe, en la Casa Rosada o en Olivos, a interlocutores públicos o privados. Su marido no aparece. Los funcionarios han dejado de mentar a "Néstor" como una certificación del poder real. Fue la Presidenta la que habló con Hugo Moyano, hasta ahora interlocutor de Néstor Kirchner, para que frenara su embestida rupturista en la CGT. Ella siguió en tiempo real esa trifulca.
Scioli se ha reunido, en público o en privado, con los dirigentes rurales, con Eduardo Duhalde y con José Manuel de la Sota. Con esa lista de interlocutores era suficiente para ser un detestable hereje hace apenas un mes. Pero ¿cómo presidir el peronismo sin hablar con Duhalde, una referencia puntual del poderoso justicialismo bonaerense, ni con De la Sota, que se propone retomar el liderazgo de su partido en Córdoba? Scioli necesita asegurar la gobernabilidad de su provincia y no archivó su proyecto presidencial. Duhalde le sirve para una cosa; De la Sota, para la otra.
El gobierno nacional sigue enojado con los ruralistas. Scioli y el senador José Pampuro, presidente provisional del Senado, exploraron en el predio de la Rural la posibilidad de reabrir el diálogo. Los líderes del campo quieren hablar. Eso les quedó claro. Los ruralistas han subrayado, incluso, que la necesaria reducción de las retenciones no debería dejar sin recursos al Estado. Nunca fueron necios.
El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, ya les había hecho un convite a los máximos dirigentes agropecuarios para tomar un café. Es poco tiempo , le respondieron los ruralistas. Es una forma de decir. Yo no tomo café. La agenda estará abierta , les replicó el ministro. El encuentro, después de tantos rigores y remilgos, podría suceder en los próximos días. Convocar al diálogo y no llamar a los ruralistas es, hasta ahora, una omisión demasiada evidente para ser tan inservible.
Esos son los gestos que saltan a la vista. ¿Podrá el sistema solar olvidarse del Sol? Todo ha girado en torno de Néstor Kirchner durante mucho tiempo y su propia esposa aceptó esa lógica desde que le tocó el Gobierno. Otro problema es el que plantea la necesaria coherencia entre las acciones y los protagonistas. El Gobierno transpira, por ejemplo, explicando las bondades de los cambios en el Indec. Nadie confía, en verdad.
Los métodos son opinables. Pero hasta el más perfecto método caería en el descrédito si Guillermo Moreno sigue interviniendo de hecho en la agencia de estadísticas oficiales, si en las mediciones prevalecen las ocurrencias del eterno secretario de Comercio o si los negocios se enteran con antelación, como sucede ahora, de las visitas de los inspectores del Indec. Cualquier método se arruina irremediablemente cuando los datos que se incluyen en él no son fieles.
Algo parecido sucede con el Consejo de la Magistratura. Existe una polémica sobre la conformación del organismo. ¿Más consejeros? ¿Igual cantidad de miembros? La actual composición no ha servido. Sin embargo, ningún Consejo de la Magistratura será serio y creíble si los representantes del oficialismo siguen siendo Carlos Kunkel y Diana Conti. Estos usan sus lugares sólo para presionar a los jueces.
Conti es insalvable: acaba de referirse despectivamente en público a Raúl Alfonsín. Conti fue candidata a senadora en las listas de Alfonsín en 2001 y accedió a la banca senatorial cuando el líder radical renunció a ella en 2002. No tuvo ni reconocimiento ni respeto por alguien que acaba de morir rodeado por el cariño o el aprecio. Kunkel pertenece a un tiempo que se ha ido, el del poder arbitrario y solitario de Néstor Kirchner.
Esas son las cosas que preservan el velo de la desconfianza. El Gobierno se niega hasta ahora a ver las causas reales de esa falta de certidumbres. Había un problema con la monumental salida de dólares del sistema financiero. Ricardo Echegaray, jefe de la AFIP y otro jacobino del kirchnerismo, creyó eficaz condicionar la venta de dólares. No hay mejor prueba para la desconfianza sobre el valor del dólar que retacear la venta de dólares.
La Argentina no sólo tiene un problema serio de falta de inversión externa; tampoco hay inversiones de los empresarios argentinos. La única inversión local, cada vez más retaceada por la crisis fiscal, es la del Estado. Repsol anunció que está conversando con empresas petroleras chinas la venta de una porción de su paquete accionario en YPF. ¿Por qué? Es una decisión para protegerse. Con la experiencia propia del espanto, los empresarios españoles creen que el gobierno argentino nunca les expropiará a los chinos. Nadie expropia a un cliente , ironizan en España.
China y Brasil están creciendo a un ritmo más rápido que el previsto por los analistas. Los dos son clientes históricos de la Argentina. Una puerta se le está abriendo al país hacia un nuevo ciclo de cierta abundancia. Un obstáculo lo ha creado Moreno, otra vez, porque bajó todas las persianas de las importaciones. China y Brasil fueron seriamente afectados. ¿Cómo pedirles que le compren a la Argentina cuando la Argentina no los deja vender? El mundo actual es así, pero Moreno decide sobre la economía con los manuales de la década del 50.
El tiempo y las noticias son más veloces en la mala hora. Moyano logró una tregua. Nada más. Su destitución hubiera construido la iconografía y el emblema de la caída del kirchnerismo. El reparto de las obras sociales frenó el cisma, pero la ruptura será pautada por la dinámica de la situación política. Gran parte del sindicalismo espera acudir, veloz, en auxilio de los futuros triunfadores.
Las "palomas" de la administración quieren ser cordiales en el Congreso desde ahora. ¿Para qué imponer ahora una mayoría propia si después del 10 de diciembre nos aplicarán la mayoría opositora? , deduce uno de ellos. Tiene razón. En diciembre, una oposición ofuscada podría manotearle al oficialismo la presidencia de la Cámara de Diputados. El radicalismo es el partido que juega con las llaves de esa eventual derrota parlamentaria del Gobierno. El hecho sería institucionalmente, si se produjera, más fulminante aún que el probable y amargo hundimiento de Moyano. ¿Podrán evitarlo? Sólo se sabe que el duro y rebelde Kirchner está, pero no está.